Mátame de Nuevo

 

La obra de Erika Halvorsen dirigida y protagonizada por Gerardo Begérez y Marcelo Iglesias aborda un tema singular con grandes actuaciones y una notable puesta en escena.

por Teresa Gatto

"To dream the impossible dream
To fight the unbeatable foe
To bear with unbearable sorrow
To run where the brave dare not go..."

The impossible dream

Una imagen de La Piedad, otra. Es postmoderna, si cabe. La música envuelve la sala en la que como un ring justo en el centro se dirimirá la disputa del amor, sujeción, patología del amor, de esta forma del amor.

El hijo sale de las entrañas de esa piedad enferma. Contame de nuevo, dice, contame de nuevo para que papá muera de una vez o viva para siempre. Entonces ella, tan compuesta, tan erguida, tan Marilyn y al son de A mi manera se yergue altiva para narrar esa historia, para que muera o viva para siempre y él lo imita con gestos precisos pero nunca suficientes para reponer su ausencia.

Mátame de nuevo es la historia de sucesión de muertes. Es 1981 y llueve en Buenos Aires, ella espera a Frank, para entregarse y ser sembrada por él, y darle así el único varón. La historia de la llegada de Sinatra es conocida, Ortega quebró por ese fallido intento de suceso al traer al ídolo a estas pampas, lo demás es anécdota, ficción que enmarca la verdadera historia a representar. La excusa perfecta para mostrar una enfermedad sin concesiones pero también sin golpes bajos. El Luna Park sufría el gran fracaso histórico  pero ellos festejaban el encuentro a puro galope carnal hasta que la semilla germinó.

Esta es la historia subyacente, una mujer que cree tener al único heredero varón de Frank Sinatra, es un calco paródico de la Monroe y tiene al joven encerrado porque la mafia puede perseguir al niño, al único heredero de “la voz”

El joven, vestido sólo con una bata de hospital parece sufrir toda suerte de patologías pero el texto de Erika Halvorsen, joven y brillante dramaturga, indaga otras zonas usando esa hilacha de la historia y la aprovecha para que este hijo que su madre llama “hijo del aborto”, ese que no debió haber sido, que podría ser un hijo reparador y darle una alegría pero no… sólo es un hijo con el karma, el karma del no ser. Entonces la alegría no está y la enfermedad, síndrome de Münchhausen por poder, aflora en el maltrato, la simulación de enfermedades que a repetición dañan al niño hasta dejarlo esclavo. Las madres del síndrome de Münchhausen no se ahorran nada y son capaces de falsificar fiebres, darles fármacos a hurtadillas y añadir sangre a sus heces u orina para simular mejor delante de los médicos. Nada le está negado a una portadora de esta enfermedad.

¿Por qué daña lo que supuestamente ama? ¿Por qué aparenta vivir sólo para su hijo enfermo? No importa aquí. Lo que realmente importa es como  Marcelo Iglesias, la madre y Gerardo Begérez, el hijo, juegan en ese ring la pelea desigual de un amor incomprensible, amor enfermo, amor de Münchhausen. Y la juegan con talento, organicidad, maestría. Porque la madre tiene el garbo que muchas actrices de Hollywood envidiarían y el hijo se convulsiona y retuerce en un dolor que simula ser amor. Amor de preguntas sin respuestas.

La obra tiene como divisores de escena el ruido de una sirena de ambulancia y el recuento de muertes, el relato de los distintos síndromes como el del aniversario y las diversas enfermedades que el niño ahora joven ha tenido. La atadura se amplía, la posibilidad de escapar no existe. El que está sujeto también está enfermo. Tibiamente pregunta si es necesario tomar tantos medicamentos pero las respuestas no sirven porque sólo hay una voz real, la materna univoca que tiene el mando y la paterna es virtual, sonando lejana desde algún disco.

La iluminación es simétrica y acentúa estados y situaciones. El diseño escenográfico es totalmente funcional, ya que el rectángulo central sirve de escenario, camilla, mesa de un sinnúmero de medicamentos que el joven Frankie o Alberto ha consumido a lo largo de su vida y es también un ring donde la pelea por la existencia no cuenta con nadie que tire la toalla de una buena vez.

Mimética por momentos, simbólica casi siempre, metafórica en toda su extensión, con un referente lejano aludido y un referido fuerte que exhala humoradas constantes que no dejan que el espectador se hunda jamás, Mátame de nuevo es una obra potente con dos artistas potentes que ya nos acostumbraron a sus maravillosas creaciones y a los que siempre se les puede pedir más.

 

Ficha Artístico/Técnica

Autora: 
Erika Halvorsen
Actuación y dirección: Gerardo Begérez, Marcelo Iglesias

Funciones: Sábados a las 23:00 hasta el 26/11/2011

Teatro La Comedia
Rodríguez Peña 1062 (mapa), Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4815-5665 / 4812-4228
http://www.lacomedia.com.ar
Entrada: $ 60,-


Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.