Mike Amigorena, Juan Carlos Gené y un Hamlet controvertido

 



El clásico de Shakespeare sube a escena en el Teatro Presidente Alvear con una puesta de gran originalidad y actuaciones desparejas.

Por Teresa Gatto

La tentación de analizar las políticas culturales que inciden en una coproducción como Hamlet en el Teatro Presidente Alvear es enorme. Pero como el lector espera una crítica dejaré ese tópico tan vigente para otra ocasión. Hace tiempo que el teatro oficial mixtura elencos en el que conviven trayectorias, talentos y proveniencias diversas.

El caso es que el Maestro Gené se metió con el príncipe de príncipes y un elenco heteróclito salió a escena para entregar una cuarta versión en lo que va de la temporada del clásico de Shakespeare.

El texto traducido por Luis Gregorich entrega una dramaturgia que resulta cercana a nuestro horizonte de expectativas y permite una empatía con el espectador al alejarlo de las declamaciones propias de una retórica al menos difícil de seguir para quienes no frecuenten la lectura del dramaturgo de Stratford-upon-Avon, escrita en 1601.

El dispositivo escénico goza de un gran diseño escenográfico de Carlos Di Pasquo quien opera de manera contundente y minimalista con 3 catafalcos que serán mesa o tumba según la necesidad dramática. Cortinas de cuentas que semejan acero, oprimen el ambiente y ocultan y traslucen a la vez, un interior/exterior adecuado a las necesidades escénicas. El diseño de iluminación de Miguel Morales acierta siempre en los contraluces de la traición, la muerte y la venganza. El vestuario (Marcelo Salvioli - Cecilia Carini) resulta adecuado en todos los casos y sumamente efectivo en el de  los asistentes de escena, que semejan fuerzas del orden y siempre conservan una simetría milimétrica en la que Gené ha hecho hincapié, logrando un escenario siempre en balance.

Sorprenderá al lector que esta vez, mi crítica esté de revés y resalte lo que damos en llamar la ficha técnica antes que las actuaciones. Es que en ellas reside en el eje de lo polémico.

Mike Amigorena ha demostrado con creces en El niño argentino y otros trabajos que es capaz de una versatilidad enorme. Su Hamlet, alcanza su gran momento en el fingimiento de la locura. Algo de la organicidad de Amigorena en torno a la respuesta disparatada o al gesto inesperado dotan a su criatura de buenos momentos, que no se sostienen siempre ya que a veces su tono de voz baja al intimismo y no es perfectamente recibido por la platea (función de prensa del 10 de agosto). Horacio Peña, compone un Polonio cuasi cómico, la elección de este tono para su personaje me es ajena pero su extraordinaria dicción, su manera de caminar el escenario y su presencia insoslayable lo convierten en un pilar tan fundamental que cuando su personaje muere, es muy difícil remontar la meseta en la que la obra cae por varias razones. Edgar Nutkiewicz, hace un trabajo digno como el Rey homicida y el espectro que acosa a Hamlet pero esto no alcanza para remontar esa planicie de la que sólo se saldrá en la escena de esgrima, en la que Hamlet y Laertes, en la piel de Luciano Linardi, se lucen.

El elenco femenino no sale airoso del trance. A Luisa Kuliok no le alcanza la belleza y la imponencia de su presencia para lograr una reina Gertrudis que convenza. Los bellos trajes con los que realiza los cambios de vestuario no están acompañados de una potencia dramática y en la escena más jugada con su hijo, los revolcones se parecen más a juegos de corte edípico que una verdadera develación del sufrimiento del príncipe, la traición de su cuñado ahora esposo y de la tragedia que se cierne per se sobre las cabezas de todos.

En  el caso de Esmeralda Mitre, su figura etérea, su andar liviano y su belleza tampoco alcanzan a mostrar una Ofelia capaz de enloquecer y morir por amor, al menos no de modo orgánico, creíble, y sustentador de lo que es la muerte como significante en la tragedia clásica, donde morir es la única opción de purgar culpas, pecados y amores imposibles.

Hamlet está en escena por cuadruplicado, Amigorena encontrará seguramente aquellas herramientas que lo sostengan durante toda la puesta sin altibajos y que permitan que unánimemente lo premien con halagos y lauros. Peña y Nutkiewicz tienen tablas de sobra y éste  último hallará el modo de elevar la meseta producida por la muerte de Polonio/Peña, al resto de los protagónicos les resultará mucho más difícil encontrar la vuelta porque Gené es enorme como director pero no siempre se consiguen los resultados cuando quienes llevan los roles nadan en aguas cuyas corrientes desconocidas no los dejan avanzar.


Ficha Artística/Técnica:

Dramaturgia:
 William Shakespeare
Traducción: Luis Gregorich
Actúan: Mike Amigorena, Eduardo Bertoglio, María Celeste Gerez, Luisa Kuliok, Luciano Linardi, Jose Mehrez, Esmeralda Mitre, Edward Nutkiewicz, Camilo Parodi, Horacio Peña, Milagros Plaza Diaz, Néstor Sanchez.
Vestuario: Marcelo Salvioli - Cecilia Carini
Escenografía: Carlos Di Pasquo
Iluminación: Miguel Morales
Entrenamiento y diseño de esgrima: Osvaldo Bermúdez
Música original: Luis María Serra
Asistencia de dirección: Mario Petrosini
Dirección: Juan Carlos Gené
 

Funciones:
Miércoles, Jueves, Viernes y Sábado - 21:00 
Domingos a las 20:00

Teatro Presidente Alvear
Av.Corrientes 1659 (mapa) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4373-4245 / 4374-9470
http://www.complejoteatral.gob.ar
Localidades desde: $ 20,-


Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.