Yo elegí ser Evita

 

Impecables trabajos de Rita Terranova y Mónica Salvador en una puesta de Marta Avellaneda con un texto de gran factura.

Por Teresa Gatto

Cuando juntas las reas y las monjas
y las violadas en los teleteatros
y las que callan pero no consienten
arrebatemos la liberación
para no naufragar en espejitos
ni bañarnos para los ejecutivos.
Cuando hagamos escándalo y justicia
el tiempo habrá pasado en limpio
tu prepotencia y tu martirio, hermana
.

María Elena Walsh

En el quimérico formato de la entrevista, Estelita Avellaneda (Rita Terranova), princesa de estirpe indecisa, accede a una entrevista con Eva Perón (Mónica Salvador). El espacio blanco parece el preámbulo del Purgatorio. Pero, también es necesario señalarlo, los olvidos recurrentes que Evita tendrá durante la interview y cuyos datos serán repuestos por su entrevistadora, la ubican habiendo cruzado el Leteo, el río del olvido. Pero ¿dónde está Eva? No es un Limbo porque allí van los no bautizados. Probablemente en el imaginario colectivo, es decir, en todas partes, ya sea como bien preciado o como infamada existencia.

El juego escénico en la obra escrita y dirigida por Marta Avellaneda se instala rápidamente, la pericia de Mónica Salvador para componer una Eva nueva, hecho que el espectador agradece fervorosamente y la magistral manera de conducir la entrevista de Terranova imponen un ritmo que no decae nunca. No sólo porque el ida y vuelta desarma con celeridad algunos preconceptos de la devenida cronista sino porque Eva se construye a medida que la obra transcurre. Entonces, Salvador saca a relucir su espléndida composición y se mece siempre en un equilibrio precario entre la soberbia y la ignorancia, entre el origen popular y el garbo para llevar mil diamantes y ese delicado equilibrio no se quiebra nunca. Rita Terranova, usa su dicción educada pero firme para llevar a la entrevistada a lugares recónditos de su existencia, se muestra siempre conocedora de su objeto de interpelación y lo hace con el talento que es su sello, sin forzar jamás la organicidad de su personaje.

Hechos ampliamente conocidos por los amantes de las biografías, hechos manipulados según se haya sido admirador de La Abanderada de los Humildes o se haya pertenecido a esa clase capaz de escribir “viva el cáncer” se repasan y logran que conocedores o indiferentes se queden con la sustancia de una vida  hecha mito del bien para unos y del mal para otros, que son cada vez menos porque la Historia con su maravillosa impiedad pone a todos en su lugar y a algunos los mata en vida.

El origen bastardo, la necesidad de salir del pueblo, el trabajo denodado de su madre, la llegada a la gran ciudad, la Fundación, el Renunciamiento, la enfermedad, las mentiras de la vida y de la muerte, la soledad en amor, el abandono, etc., se rozan con delicada prosa en la obra de Marta Avellaneda que dirige su puesta sin otra ambición que el contrapunto de dos mujeres en las que pasado y presente se funden para mostrar como Evita es un constructo. Pero cuidado, es un constructo de María Eva Duarte, ella eligió ser la Santa Patrona de los descamisados. Lo demás: los dos millones de personas en su velatorio, el llanto de los soldados que arrastraron la cureña, el derrotero de su cadáver pérfidamente manipulado son hechos incontrastables que decidieron otros.

Cabe señalar el  interesante  trabajo que Avellaneda hace sobre el olvido, lo que redunda en un beneficio porque en ese lugar blanco etéreo, es Estelita quien debe recordarle la más de las veces cómo fueron los sucesos de una vida que en sólo seis años públicos coronó una personalidad que es motivo, y lo seguirá siendo, de múltiples representaciones y figuraciones artísticas.

Sólo dos momentos alejan a Eva del espacio  blanco de espera, la porción derecha del escenario repone el sillón en el que trabajando en la Fundación recibía cartas a toda hora y pedidos de todo tipo. Y  la izquierda, nos devuelve la cama postrera de la enfermedad devoradora que consumió su vida

La escenografía, a cargo de Nicolás Botte, es absolutamente minimalista, protegiendo el protagonismo de las dos mujeres por sobre todo, la música de Fernando Villalba y el diseño lumínico de Leandro Fretes Jimmy James remarcan y acompañan los segmentos alumbrando los cambios de tono. El vestuario de Vessna Bebek, colabora con lo narrado, provocando una sensación de extrañamiento, ya que todas las representaciones de Eva muerta la amortajan cuando en realidad es el único cadáver de la Nación que no ha muerto, sino que entró en la inmortalidad (Martín Kohan lo ha señalado) y en ella no son necesarias túnicas blancas y enormes crucifijos pero además y a efectos de la diégesis, es mucho más impactante verla vestida de noche, con el cabello semirecogido ya que es un modo nuevo de abordarla. En el caso de Estelita, el vestuario atemporal y adecuado la sitúan en una clase social que con el correr de la obra va descreyendo de sus propios preconceptos.

Muchas “Evas” habrá no sólo este año, sino siempre. Desde Copi (que escribió su Eva Perón a fines de los 60’)  hacia adelante, con aciertos y con resbalones, el mito, el ícono, la leyenda, la Historia, desde el teatro (y otras artes) se seguirá haciendo cargo de re-presentar la vida, pasión y muerte de Evita. Me atrevo a asegurar que en la mayoría de los casos y éste es uno, no hay oportunismo político ni electoral, hay un imán que se apodera del papel en blanco e impele a escribir, a bucear, a indagar y a asediar a una mujer que metió de lleno a las mujeres en el sufragio, que desafío poderes enormes, entre ellos al de la muerte y que regresa no porque esté buscando notoriedad (no podría tener más), sino porque  nadie le salió al cruce para quitarle la iconicidad, la fábula, la pasión y también la excepcionalidad.

La obra de Avellaneda y las estupendas actuaciones de Mónica Salvador y Rita Terranova, nos ponen como espectadores frente a una pregunta y ésta no es  ¿por qué ella?, sino más bien ¿por qué no hay otra?  

 

Ficha Artítisco/Técnica

Dramaturgia y Dirección: Marta Avellaneda
Intépretes: Mónica Salvador, Rita Terranova
Cantantes: María Bentancur
Voz en Off: Juan Carlos Lucena
Vestuario: Vessna Bebek
Escenografía: Nicolás Botte
Diseño de luces: Leandro Fretes
Realización de vestuario: Nancy Murena
Música: Fernando Villalba
Fotografía: Juan Borraspardo
Diseño gráfico: Diego Casado Rubio
Asistencia de dirección: Rodrigo Pérez
Producción ejecutiva: Juan Borraspardo
Diseño de movimientos: Marcela Robbio

Funciones: Domingo, Jueves, Viernes y Sábado - 20:30 hs - Desde el 07/07/2011

Tabaris: Corrientes 829 Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4394-5455
http://www.multiteatro.com.ar/teatros/4-tabarís.aspx
Entrada: $ 100,-
http://www.yoelegiserevita.blogspot.com


Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.