Por sólo dos funciones, 3 y 10 de diciembre de 2011, regresa el excelente trabajo de actuación y puesta en escena de un texto poético y redimensionador de la escritura como acto de existencia.
Recordamos nuestra opinión sobre El diario de Carmen subida en mayo 2011 en ocasión de su regreso.
Por Teresa Gatto
"Las palabras son todo lo que tenemos"
S. Beckett
Ella comienza una frase, él la concluye. El describe una situación, ella la completa. Carmen y Juan. En ese instante uno entiende que está frente a la poética de Luis Cano que, como un artesano minucioso teje una constelación de sentidos. Pero, volvamos a Carmen. En el bolsillo de su pollera se halla su mayor tesoro, su diario, íntimo a veces, compartido las más, con Juan y con el espectador.
¿Qué miserable puede ser la rutina no? Y qué miserable salir de ella cuando lo que hay para escribir y re escribir en el diario es lo más horrendo del día. Un anciano con la frente rota, tirado en la calle, esperando una ambulancia, una mano abierta. ¿Hacia quién? ¿Por qué? ¿A quién le tiende la mano? Tal vez a Carmen que regresa de su rutinaria oficina y antes de pasar por el café ve al anciano. ¿El anciano existe? ¿O es un acto proyectivo de Carmen que sabe que venimos solos y así nos vamos, con las manos extendidas o los puños cerrados de impotencia ante lo ineludible?
Pero esa no es la única nota dramática de esas dos vidas que se juegan dentro de un rectángulo que hace las veces de living, pequeño, con paredes en compossé con el sweater de Carmen. La luz se filtra por dos pequeñas ventanas. Las puertas permanecen cerradas. Y si se abren no es para el afuera, es para el adentro. En ese adentro, espacio de palabras con las que la maravillosa actuación de Gaby Ferrero, desanda una agorafobia que es claustrofobia para el espectador, la desaparición de Bianco, el gato de Carmen, incluye una inscripción más de un afuera amenazador. Como si la vida se cobijara en un diario, la vida posible y soñada porque “afuera” es una certeza poblada de faltas, de accidentes, de desapariciones casi efímeras, de esas que pocos notan, como la del gato que es percibida por Carmen y por Juan. ¿Y si no regresa? ¿Y si está muerto? ¿Dónde está Bianco? ¿Dónde el anciano que cayó en la calle con la frente rota y la mano extendida? Dos marcas que se repiten hasta el infinito en el diario de Carmen, íntimo a veces, público otras. ¿Salir? ¿Adónde? Ni siquiera para buscar a Bianco, ni para saber del anciano que yacía en el suelo, la frente rota, la mano tendida. ¿A quién? ¿Para qué? ¿Hay manos que estrechan otras manos anónimas en la calle? ¿Hay gente que restituye sus mascotas a sus dueños? Vamos, este no es el punto. El punto es otro.
El nudo de la cuestión, maravillosamente actuada por Gaby Ferrero y Mauricio Minetti, es la consumación de una vida hecha de tinta. En esas hojas reside todo. Incluso la existencia de Juan que cuando pide por las oraciones que le tocan en el diario, obtiene una descripción que Carmen improvisa. Como si lo que se dejara atrapar sólo pudiera residir dentro y el resto, también Juan, no necesitara una confirmación o refutación.
Luis Cano, maneja como marionetas a sus personajes y a sus espectadores, ya que es imposible que no permeé en uno la sensación de alegría, desasosiego, broma, afecto, duda, absurdo que el texto maneja desde el inicio en que un balanceo dialógico dispara la acción. Pero ese hallazgo se cimenta paso a paso en una obra que cierra redonda, que traza un círculo perfecto en torno a una/s vida/s.
El diseño espacial a cargo de Cano, se halla en perfecta consonancia con los otros significantes de la historia, el living, semeja una isla y atrapados en ella, como sobrevivientes de un naufragio, ellos se aferran a lo único que existe y que les confiere cierta realidad, el diario de Carmen.
El diseño de vestuario de Lorena Ballestero y Lauría Rovito y la luminotecnia a cargo de Mario Arrigoni, ayudan a un contraste eficaz. Flores y mucha luz, adentro, oscuridad rotunda en el afuera amenazador donde los gatos se pierden y los ancianos yacen en la calle con la frente rota y la mano extendida. ¿A quién? ¿Para qué?
Maravillosa clase de actuación y espléndido texto que juega con nosotros para que busquemos a nuestro anciano con la mano tendida, a nuestro gato y amemos a nuestro Juan. Para que podamos, pensar que tal vez, un diario, como el de Carmen, sea la única constancia de nuestro estar en el mundo si decidimos que nuestras vidas pueden ser una narración magnífica.
Ficha Artístico/Técnica:
Dramaturgia: Luis Cano
Intérpretes: Gaby Ferrero, Mauricio Minetti
Diseño interior, utilería y Vestuario: Lorena Ballestrero, Laura Rovito
Iluminación: Mariano Arrigoni
Diseño de espacio: Luis Cano
Realización escenográfica: Vìctor Salvatore
Carpintería: Guillermo Manente,
Piezas gráficas: Laura Rovito
Asistencia general: Micaela Picarelli
Coreografía: Luciana Acuña
Dirección vocal: Tian Brass
Dirección: Luis Cano
NOAVESTRUZ
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