Con un texto de Roberto Perinelli, Corina Fiorillo acierta de nuevo en el tono de una pieza para disfrutar de esas cosas tan nuestras y la vez tan universales
Por Teresa Gatto
“Dos extraños son los que se miran, dos extraños son, los que suspiran”
Ellos están solos. No lo parece pero desandar la historia de este encuentro en que un hombre apremiado por los deseos de orinar, encarnado por un adorable Osvaldo Djeredjian, entra por la puerta abierta del patio a la casa de Zulema, una brillante Mónica Buscaglia y se presenta como un vendedor mayorista de artículos de ferretería que entre otras vicisitudes afronta el hecho de que ya nadie permite el uso del baño en los bares sin previa consumición. ¿Cuántos cueritos de canilla hay que vender para poder pagar la entrada a un sanitario? ¿Cuánto hay que ganar para no perder la posibilidad del encuentro?
Ella es un ama de casa que le pone garra a una vida aburrida y solitaria, sus lazos familiares están en crisis pero en esa clase de incomodidad que se puede sobrellevar hasta la tumba. Él, trajina la calle en un verano tórrido y juntos van pasando del susto preliminar que cualquiera tendría al ver a un hombre extraño en su casa, con una buena gradación del usted al vos y del vos a quién sabe qué más.
El texto de Perinelli en manos de Corina Fiorillo se aleja de lo que podría ser una comedia de costumbres con su costado dramático para ser un collage donde intervienen las perfectas y sincronizadas canciones que Mónica Buscaglia interpreta de maravillas y que son como hojas de un calendario chiquito que hace transcurrir esa mañana de bochorno citadino cuando ellos bailan y cantan aquellos hits de los 70’ que los llevan a una juventud que se marchó, a ilusiones más pequeñas o perdidas, sin abandonar jamás el tono humorístico que es obra del buen montaje de un texto que da pistas desde su título, indicios que finalmente demuestran que encontrarse y volverse a perder no es tan fantástico pero tampoco tan usual. Lo cotidiano de no haber podido hacer las compras del supermercado o el lamento de lo poco que se vende son sólo excusas para hablar de algo más profundo y sutil que esto seres llevan dentro de sí.
El remate de la obra, logra suspender los juicios previos y elevar el tono para redoblar una apuesta en torno a los vínculos que nunca está cerrada, por suerte, el día ha transcurrido de un modo diferente porque un hombre amable entró a orinar. Buenas actuaciones, excelente dirección que no pierde el rumbo y una puesta musical que nos hace rememorar lo mejor de otros tiempos.
Ficha Artístico/Técnica:
Dramaturgia: Roberto Perinelli
Actúan: Mónica Buscaglia, Osvaldo Djeredjian
Vestuario: Julieta Risso
Escenografía: Julieta Risso
Iluminación: Soledad Ianni
Fotografía: Fabián Pol
Asistencia de dirección: Mariana Perez Cigoj
Coreografía: Mecha Fernández
Producción general y Dirección: Corina Fiorillo
Funciones: Sábados a las 21 y Domingos a las 20:30
Teatro Anfitrion
Venezuela 3340 (mapa) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4931-2124
http://www.anfitrionteatro.com.ar
Localidades: $ 40,- y $ 30,-