Cada una de las cosas iguales

 


En su segunda temporada la obra de Alberto Ajaka da clases de actuación, puesta y dramaturgia en medio de sueños y despertares inquietantes

Por Marcos Hernández

¿Cuándo se conmemora la fecha en que nos durmieron a todos? ¿En cuál de todas las décadas infames se podría anclar a esta puesta? ¿Es necesario historizar el segmento espacio temporal en que un país se durmió? ¿Podemos seguir soñando? ¿Debemos seguir soñando?

Alberto Ajaka trabaja muy bien la dicotomía y el desbarajuste sueño/vigilia. Lo trabaja tan bien que los que fueron dormidos aplauden, como aplaudieron a Galtieri aquellos que estuvieron en la plaza el día que el borracho ilustre de genocidio anunció que las Islas eran nuestras, cuando unos pocos días antes habían sido molidos a palos por orden del mismo borracho ilustre de genocidio.

No se asusten, Ajaka no es tan literal y cada uno podrá, como Lacan ayer y Freud antes de ayer, interpretar el sueño como mejor le plazca y la vigilia como mejor lo tolere. Porque lo que es pesadilla para el pueblo, es sueño dulce para la clase dirigente que pauperizó palabras como política, militancia, país, nación, región. ¿Será por eso que gritan Albania, Albania? ¿Da igual no?

Un rompecabezas onírico que despierta sensaciones encontradas pero placenteras a la hora de juzgar el hecho teatral, porque el texto espectacular está jugado al máximo por las enormes interpretaciones de Julia Martínez Rubio (una composición excelente), Andrea Nussembaum y Mariano Sayavedra y el resto, Andrés Rossi, Sol Fernández López, Gabi Saidón, Luciana Mastromauro, Leonel Elizondo Luciano Kaczer acompaña de modo excelente.

Hay algo del orden de lo lacónico que está al servicio de significar para cada cual una cosa, con la ausencia absoluta de redundancia, lo único que se repite es el colchón como símbolo del sueño y del despertar, como ícono del “nos durmieron”, como el semblante de que despierta del sueño más atroz, como película que cuenta la pérdida de un sueño largamente acariciado. O, tal vez, volver a soñar.

Si la política es el arte de lo posible, Cada una de las cosas iguales es el arte de mostrarlas sin enunciarlas como un panfleto. Es una exhibición de cómo hacer teatro jugado sin jugar con el espectador que también tiene sueños, pesadillas, afanes de micrófono para un discurso o un cachetazo recibido por la realidad o un puñetazo guardado para esos desgraciados que lo engañaron.

Todo está en armonía en la obra (en una armonía que inquieta y perturba el pensamiento cómodo). El diseño de vestuario, acompaña de manera cuidada lo narrado y la escenografía, ambos a cargo de Rodrigo González Garillo están al servicio de los personajes, sin apelar a trastos inútiles. La iluminación en manos de  Adrián Grimozzi no juega con la luz ni abusa de ella para esconder mesetas dramáticas, es un personaje más. A cada signo de la puesta parece precederlo un trabajo de investigación previa muy minucioso.

La obra de Ajaka se ha ganado largamente ésta, su segunda temporada, porque cada una de las cosas pueden ser iguales sino despertamos a tiempo, porque cada una de las cosas distintas son sólo fruto de un reflexión que les otorga dimensión, justo dónde duele la diferencia.


Ficha Artistica/Técnica:

Intérpretes: Andrés Rossi, Sol Fernández López, Mariano Sayavedra, Julia Martínez Rubio, Gabi Saidón, Luciana Mastromauro, Andrea Nussembaum, Leonel Elizondo y Luciano Kaczer
Iluminación: Adrián Grimozzi
Escenografía y vestuario: Rodrigo González Garillo
Realización de fundas: Patricio Delgado
Asesoramiento en movimiento: Luciana Acuña
Fotografía: Nadia Mastromauro
Asistencia de dirección: Lourdes Pingeon
Colaboración artística: María Villar
Dramaturgia y Dirección: Alberto Ajaka

Funciones:  Lunes 21 hs. / Viernes 22 hs.

Sala Escalada
Remedios de Escalada de San Martín 332, Villa Crespo, (mapa) Ciudad de Buenos Aires
Entrada $ 30 (Est. y jub. $ 20)
Reservas: 4856 - 0277
ó salaescalada@yahoo.com.ar

MAS CENIZA, escrita por Juan Mayorga y dirigida por Adrián Cardozo, por Teresa Gatto