Por Teresa Gatto
Se derramará sobre tu memoria,
como el alcohol que se vuelca entre los nervios y la madrugada
Francisco “Paquito” Urondo
Tener un plan. Tener una pastilla de cianuro o una 22 para suicidarse como Rodolfo Walsh. Tener un plan, como tuvo Osvaldo Bayer*, con ayuda de Alemania, reunir aquí a un grupo de intelectuales y ponerlos en autos de lo que ocurría. Eran días de mucha impunidad, como no hubo otros en aquella noche negra, interminable de la dictadura militar. El plan era arriesgado pero suicidarse era una redundancia en la Argentina de ese tiempo. Si llegaban García Máquez, Rulfo, Soriano, Günter Grass y también y de modo casi imprescindible Cortázar, las voces de la región y de Europa llegarían hasta las delegaciones que venían al traspaso de mando del genocida Videla al asesino Viola.
Este es el punto de partida para que Yoska Lázaro use de disparador el texto de Bayer, El plan y construya una historia que respira el terror y la violencia de aquellos años atroces.
En un lugar oculto, un sastre a cargo de Ariel Núñez Di Crocce, de notable actuación, confecciona con retazos de tela en una vieja máquina, algo que luego sabremos es un vestuario. Su compañero de militancia Fernando García Valle, sólido en su composición, ha escrito una obra de teatro que usa sin exhibir su argumento y que repone significantes, claves e indicios varios en la mención de El rey León y la tragedia del poder usurpado y también en otros textos y voces que hoy sabemos acalladas como la del notable Haroldo Conti. Ella, Romina Oslé, no se sabe cuándo llegó, es hermana del autor y sabe que afuera acecha la muerte, se le nota en la voz, se le ve en el cuerpo que trata imperiosamente de no temblar.
Con una construcción del suspense y la angustia perfecto en su ritmo, Yoska Lázaro hilvana las secuencias de una historia para armar que todavía no cicatriza porque sobreviven como ecos imposibles de acallar, los rumores de los torturados, de los arrojados al río, de los quebrados por el dolor, de los niños apropiados, de la maquiavélica resistencia a devolverlos, del juego de la perversidad que entraña el paso del tiempo para Madres y Abuelas que viven a fuerza de Memoria y búsqueda de justicia.
Ese suspense consigue volver irrespirable la atmósfera de la sala porque sus tres personajes son de una organicidad notable. Capaces de transitar todos los estados de aquellos que, tabicados, clandestinos y aún esperanzados en medio del sistemático secuestro y desaparición de personas, siguen creyendo que es posible dar vuelta la taba y tienen un plan. Ariel Núñez Di Crocce es capaz de cambiar tonos e in flexiones de un modo asombroso y a la vez de regresar siempre al punto de partida, de bajar los decibeles, el silencio vale y su personaje lo sabe como también sospecha que la vida es breve aunque las horas sean largas. Fernando García Valle se las ve en la tarea de organizar y medir en medio de semejante tempestad el hilo del plan que atrapa al espectador y lo construye en base a esos indicios, un plan que tal vez, sólo tal vez… y ella, Romina Oslé, ¿teme o sabe?
Una buena puesta debe, merece tener un gran final y la construcción del final de Los errores de Noé, es impecable como toda su factura.
Algunos trasnochados dicen que hay que dar vuelta la página, que la Dictadura los tiene podridos (perdón por tan poética palabra, estoy siendo literal). Lo realmente putrefacto es asimilar ese horror como si se tratara de haber perdido la batalla de Ayohuma. Otros piden orden cuando lo que verdaderamente está desordenado es el esquema de valores que cualquier sociedad necesita para crecer desde un paradigma en el que jamás quién deba cuidarnos sea quien nos desaparezca. La obra de Yoska Lázaro, transita sin lugares comunes esas interpelaciones que los que vivimos ese momento interminable y monstruoso seguimos indagando como una activación perpetua de la memoria y que las nuevas generaciones que tuvieron el privilegio de nacer en democracia, deben conocer para gozar y defender el beneficio tan costoso de la libertad.
Podrán decirnos, es sólo una obra de teatro… ¡No querido Lector! Es la re-presentación que la Cultura hace cuando decide encarar un relato de su Historia. Memorables trabajos que ofrece entre tantas otras maravillas, Timbre 4.
Auspicios y apoyos:
Abuelas de Plaza de Mayo
Secretaria de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia de la Nación
Osvaldo Bayer
Archivo Nacional de la Memoria
Eduardo -tato- Pavlovsky
Memorial Democrático de Catalunya
Alejandro Apo
Ficha Artística / Técnica:
Dramaturgia y Dirección: Yoska Lázaro
Actúan: Fernando García Valle, Ariel Nuñez Di Croce, Romina Oslé
Músicos: Fernando García Valle, Marcelo Medina
Voz en Off: Alejandro Apo
Vestuario: Cecilia García La Gárgola
Diseño de espacio y de luces: Yoska Lázaro
Música original: Fernando García Valle, Marcelo Medina
Fotografía: Pudin Santellán
Diseño gráfico: Iñaki Moreno
Asistencia de dirección: Mariana Santellan
Producción ejecutiva y Dirección: Yoska Lázaro
Colaboración artística: Adrian Cabral, Carlos Roggerone, Favio Rizzotti
Participó en:
Primer Festival Nacional de Teatro en el ECuNHi (Espacio Cultural Nuestros Hijos)
A escena por Chile ( Festival solidario )
Web: http://www.loserroresdenoe.blogspot.com
Funciones: Domingos a las 20
Teatro Timbre 4: Av. Boedo 640 (y México), Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4924 2359
Web: http://www.timbre4.com
Localidades: $ 35,-
* Acerca del plan de Osvaldo Bayer
“(…) Yo había ideado un plan para que los hombres de la cultura que estábamos en exilio le asestáramos un golpe al Proceso. Cuando se supo que Videla iba a pasarle el poder a Viola, el gobierno militar anunció que se recibiría a delegaciones extranjeras. A mí se me ocurrió que ése era el momento para que los intelectuales exiliados volviésemos al país de manera sorpresiva. Estaba todo calculado. Íbamos a alquilar un avión y la Iglesia Evangélica Alemana nos iba a ayudar con el financiamiento. Lo único que nos había pedido era que en ese retorno nos acompañaran otros intelectuales reconocidos. Nuestra idea era que fueran Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, Günter Grass y varios otros. También nos iba a acompañar Felipe González, que en aquel tiempo era diputado, y alguna gente de la socialdemocracia alemana. La única condición que pusieron García Márquez y Grass fue que debía viajar también Cortázar. Entonces Soriano (Osvaldo) preparó una reunión especial con él en París. Se hizo en la casa de Soriano. Estaban Cortázar, su mujer, Carol Dunlop, Carlos Gabettay yo. Les conté mi idea del viaje, organizado para marzo del ‘81. Les dije todo lo que podía ocurrirnos. No había muchas variantes: o no nos dejaban bajar y nos mandaban con el mismo vuelo a Montevideo, lo que iba a significar un escándalo internacional, o bajábamos y poníamos en marcha nuestro plan. Éste era trasladarnos directamente desde el aeropuerto hasta la sede de la Iglesia Evangélica Alemana en la calle Esmeralda y anunciar de manera inmediata la creación de una Universidad Abierta. Grass, Cortázar y Rulfo empezarían a dar sus discursos, y todos íbamos a estar acompañados por periodistas extranjeros. Si las autoridades argentinas decidían encerrarnos en la iglesia, la situación tendría un enorme eco en Europa. Había una tercera posibilidad: que una vez en tierra o nos metieran a todos presos o nos detuvieran a los argentinos y a los extranjeros los expulsaran. En un sentido también podía ser positivo por la repercusión mundial. Expuse esto y todos esperamos la respuesta de Cortázar: lamentablemente se negó a ser parte de este operativo. En su tono francés, y patinando la erre, dijo: “Yo no quiero ir para que me peguen un tiro en la cabeza“.Se hizo un gran silencio. Si no venía Cortázar, no iban a aceptar viajar los escritores extranjeros. Me sentí apenado. Soriano se quedó callado y después me dijo que Cortázar se había negado a viajar porque estaba totalmente enamorado. Y yo me decía: ”Si le pegan un tiro en la Argentina, Cortázar pasaría a la historia como un intelectual luchador, un héroe“. Aprecié siempre mucho a Cortázar, fue una gran persona (…)”