Por María Forges
I-Como estuve lejos todo me cuesta mucho, no es jetlag, es desadaptación aguda. Pero nada me cuesta tanto como hacerme cargo de que Hugo Midón ya no estará al alcance de mi mano o de mis ojos como solía verlo hasta hace un tiempo no tan largo. Entonces entro en su página y un guiño juguetón me dice que la inscripción estará abierta a partir del 14 de febrero y con un tuteo muy Midón, me alerta que puedo elegir turno para la entrevista personal entre esa fecha y el 12 de marzo. Pero sé que no es posible, que ya no será posible. No quiero estudiar teatro, quiero confirmar que no es cierto. Quiero alguna refutación.
II-Lo último que vi de él fue Playa Bonita. Llevé a mi sobrina y me divertí tanto o más que ella, quise quedarme a vivir en esa playa de sueños y ser una nena porque los grandes mostraban ya la hilacha y la playa se podía comprar por internet. La música de Gianni era soberbia para esa puesta y si hubiera existido esta revista, seguro la hubiera cubierto con entrevista y todo. Porque Hugo Midón, el maestro, era un tipo de mirada límpida a quien no daba pudor o temor pedirle una entrevista, una palabra, una opinión. ¿Cómo podía serlo alguien que hacía que chicos y grandes se confundieran en la platea como nos mezclamos todos en la diversión de un carnaval?
III- Muchos artistas se fueron en los últimos meses. Cuando un artista se va, el mundo se vuelve un lugar más oscuro, con menos posibilidades de soñar, hay que descontar una ilusión. Ahora mismo, el recuerdo de Vivitos y coleando (I, II y III) , Locos re-cuerdos, Popeye y Olivia, Objetos maravillosos, El salpicón, Stan y Oliver, La familia Fernández, Huesito Caracú y esa Playa bonita me hace pensar en todos los que ya no están y como detesto esa frase en boga “se fueron de gira” prefiero pensar que Hugo y sus pares comparten impresiones sobre su teatro infantil para todo público en una esfera que tiene cuarta pared, trastos, luces y una gran consola de sonido y que todos los que se fueron juegan a hacer un teatro infantil para adultos que ya no quieren ser solemnes por serlo nomás y que juegan el juego de la alegría con sentido, del humor pero con mensaje, de la canción con moraleja. Y no porque el arte deba tenerla, sino porque los chicos que rieron, como yo hace 15 años, aprendieron que lo mejor del teatro no es el mensaje sino el teatro mismo. Porque los chicos que hoy son grandes, recuerdan a Los Fernández y entienden que tal vez sin esa puesta no hubieran regresado al teatro. Porque los que fuimos chicos alguna vez sabemos que no hay nada mejor que crecer sin perder al chico que todos nos quieren sacar de adentro a empellones por eso del “deber ser”. Porque sin Midón, yo no hablaría de teatro, todo tiene un principio.
IV-Hugo Midón, te amaremos siempre porque siempre serás parte de nosotros.