El cerco de agua



Gran trabajo de dramaturgia y dirección de Mariana Mazover, con buenas actuaciones en La carpintería

 Por Teresa Gatto

A mediodía, en la lancha gris, salimos del puerto y de la isla.
Bajo el sol aplastante, el Paraná y el
Paraguay se juntaban y hervían sin mezclarse

R. Walsh

Un cerco es, según los diccionarios, aquello que ciñe y rodea, también el asedio que coloca  una fuerza para sitiar un lugar y un movimiento o giro circular. Hay otras acepciones pero en estas tres puede cifrarse la propuesta de Mariana Mazover, dramaturga y directora de esta puesta, que habiendo leído muy bien “La isla de los resucitados” de nuestro imperecedero Rodolfo Walsh, ejercita una escritura que hace base en el tema de la enfermedad y los vínculos y logra una puesta que inquieta y conmueve desde el principio al fin. Con un texto que funciona autónomo de su predecesor y a la vez porque el dispositivo escénico que utiliza vuelve harto elocuente la escisión entre dos mundos que, irreconciliables a veces, más cercanos otros, nos dejan sumidos en una reflexión acerca de la disolución del sujeto, sea por una enfermedad que lo descoagula , funde desde sus entrañas o derrite o por esos avatares de la imposibilidad del amor.

En dos espacios claramente divididos, la vida y la muerte se juegan una partida que no tiene nada de duelo criollo y si una clara filiación con la tragedia en la que siempre hay víctimas propiciatorias. Pero estas víctimas lejos de aquellas de las tragedias griegas, interpelan a su destino, se revelan hasta dónde pueden ante el devenir y a su manera luchan por conservar un amor que, prohibido corre tantos riesgos como sus diezmadas saludes, muchas veces con eficaz hilaridad.

De un lado, la  ciencia y el deseo que puede llevarse a cabo. Esos científicos que pueden prolongar y decidir sobre la vida que más allá, en el otro lado, late y sabe que el cerco es de agua, y el agua, fluye ya no como el río de Heráclito sino como una entidad que lleva y trae.

De un lado, se decide, se opta, se ensaya, del otro se sufre, especula y espera. El núcleo de reunión se produce cuando la alarma decide que hay que ir hacía la cápsula central proveedora de oxigeno que sirve para mejorar la calidad de vida de los enfermos y para  representar una unión simbólica que va más allá de la sanación.

Buenas actuaciones en todos los casos (Mercedes Carbonella, Andrés Ciavaglia, Laura Correa, Pablo Correa, Lucila Németh, Hernán Roitman, Eugenio Tourn), un gran trabajo de diseño lumínico Javier Casielles y un logrado  y operativo diseño escenográfico y de vestuario que realizan las hermanas Florencia y Mariana Del Gener (y al que ya nos tienen acostumbrados) hacen de esta puesta un ejercicio de dramaturgia y dirección de M. Mazover que merece una minuciosa atención ya que hacer cuasi fantástico y lograr organicidad dramática y teatralización consumada habla de nuevos creadores que  lejos de descansar en sus precursores, los inventan como decía Borges.


Ficha Artístico/Técnica

Dramaturgia y Dirección: Mariana Mazover
Intérpretes: Mercedes Carbonella, Andrés Ciavaglia, Laura Correa, Pablo Correa, Lucila Németh, Hernán Roitman, Eugenio Tourn
Asistencia artística: Sebastián Romero
Asistencia de dirección: Natalia Slovediansky
Diseño de Escenografía y Vestuario: Florencia Del Gener, Mariana Del Gener
Iluminación: Javier Casielles
Maquillaje: Ana Taborda
Realización de escenografía: Alejandro Monzani
Realización de Vestuario: María Carcaño
Fotografía: Carolina Arandia
Diseño gráfico: Soledad Silva // Estudio Go-Tool
Asistencia artística: Sebastián Romero
Asistencia de dirección: Natalia Slovediansky
Prensa: Ezequiel Hara Duck
Producción ejecutiva: Fabio Petrucci, Natalia Slovediansky, Mariana Mazover

La Carpintería, Jean Jaures 858, Ciudad de Buenos Aires
Funciones: Domingos 19hs.
Entrada: $35. Estudiantes y Jubilados: $25
Estreno: 6 de Marzo – Última función: 24 de Abril

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.