Agustín Alezzo, teatro por siempre

 



Dialogamos con el maestro acerca de su espacio teatral El Duende y de la obra que se estrena en el mismo.

por Carlos Folias

Entre los placeres de editar una revista está acceder a compartir la sabiduría de maestros como Agustín Alezzo (que fue mi maestro) y que sin ningún divismo, luego de haber atravesado todas las facetas del quehacer teatral, nos abrió las puertas de su bello y cálido hogar para conversar a propósito de la re fundación del Teatro El duende que fue cerrado por esos avatares que mezclan las condiciones económicas de algunas coyunturas con algunos sujetos nefastos que deciden aprovecharse de ellas.

Pero como el talento, el saber y los pergaminos legítimamente obtenidos siempre están acompañados de una energía  que traspasa cualquier condición coyuntural, El duende ha regresado en un espacio bello, en el corazón de Palermo Viejo y lanza su temporada teatral nada más ni nada menos que con "Nuestro fin de Semana" de Roberto Tito Cossa, emblemática obra nacional con la que muchos directores y docentes de teatro lograron que los alumnos comprendieran más allá de su valor dramático, lo que es ser orgánico en un escenario. A propósito de estos temas y aprovechando la gran disposición del maestro Alezzo, conversamos con él y lo compartimos con nuestros lectores.


Puesta en Escena- No parece ser casual la elección de una obra tan significativa de nuestro teatro, en su fase realista, como lo es Nuestro fin de semana (Roberto Cossa-1964) para la reinauguración de su sala.

Agustín Alezzo- Cabe aclarar, que en este caso la dirección es de Lizardo Lapithz, yo no intervengo para nada.

P.E.- Contar con un espacio propio es importante pero no solo a efectos de pensarlo como una cuestión de mercado en el sentido de cubrir una creciente demanda de espacios de representación sino que un teatro es algo más que un lugar con una boletería en el que se ponen muchas obras en distintos horarios...

A.A.- Eso se hace para poder mantenerlos, la verdad es que cuesta mucho mantener un espacio. Nosotros tenemos un solo espectáculo por vez porque tenemos la escuela. El espectáculo no da dinero, con cincuenta o sesenta butacas ni siquiera se alcanzan a cubrir los gastos de la sala.

P.E.- Uno ve que se abren muchos espacios, de hecho la zona se ha convertido en un polo teatral pero acá parece existir una relación inversa, la escuela de actuación es la que permite que se abra un espacio, ¿esto se relaciona con el elenco de Nuestro fin de semana?

A.A.- Mucho, casi toda la gente es de la escuela. Hubo algún espectáculo en el que no ha sido así pero en general recurrimos a actores que se formaron en la escuela.

P.E.- La escuela como usina generadora hace que haya una identificación con lo que se busca mostrar porque no es lo mismo tener un espacio abierto a cualquier elenco a que los espectáculos que se representen estén avalados por condiciones de aprendizaje, por criterios de calidad e incluso por cuestiones ideológicas respecto de una visión del teatro que tiene este u otro maestro.

A.A- Sí, eso es cierto pero yo no criticaría a espectáculos que no son propios.

P.E- Me refiero más bien a cierta identificación o coherencia.

A.A.- Sí, esa coherencia se mantiene en nuestro caso pero no hay que ser muy estrictos para poder mantener los espacios abiertos. La existencia de estos lugares permite que muchos jóvenes puedan hacer sus espectáculos.

P.E.- Pienso en que tal vez exista la idea de que el propio espacio facilita la realización de los espectáculos.

A.A.- Hay muchos casos de lugares propios, Ricardo Bartis, Laura Yusem y otros con espacios muy bellos.

P.E.- Siempre recuerdo que la esquina de su escuela de actuación en Córdoba y Jean Jaures fue un lugar de encuentro de actores durante muchos años. Tengo entendido que inauguró un nuevo espacio en el 2010, ¿está siendo reinaugurado?

A.A. – En Córdoba y Jean Jaures estuve durante cuarenta años. El año pasado, en febrero, mientras me estaba reponiendo de una fractura y próximos al comienzo de las clases me informan que no sería posible renovar el contrato del espacio que habíamos ocupado durante tantos años. En ese momento alguien me ofreció otro espacio para abrir mi nuevo estudio. Estuve dos meses en cama, firmé el contrato y cuando en los primeros días de abril llegué a verlo me quería morir. No resultaba adecuado para nuestra actividad porque era un edificio de departamentos por lo que deberíamos irnos. A partir de ahí todo se complicó para la rescisión del contrato y la recuperación de los equipos de luces, butacas, aire acondicionado y de todas nuestras cosas.

P.E.- Se abusó de la condición de vulnerabilidad en la que usted se encontraba...

A.A.- Y de la necesidad que teníamos del espacio por el comienzo de las clases. Por suerte todo eso terminó hace unos días. Pudimos conseguir este maravilloso espacio en Aráoz y Honduras y tuvimos que remontar todo nuevamente, tirar paredes, realizar instalaciones de aire acondicionarlo, equipos de luces, camarines... con todo lo que eso significa en trabajo, en tiempo y en dinero. Ya estamos terminándolo, empezamos las clases y todo tiende a normalizarse. Ya podemos estrenar nuestro primer espectáculo que Lizardo iba a presentar en otra sala pero yo le dije de hacerlo en la nueva.

P.E.- ¡Y nada menos que con una obra de Tito Cossa! ¿Cómo es poner hoy Nuestro fin de semana?

A.A- Se respetó la época, en el vestuario, en las costumbres, en todo, no se trató de traerla al día de hoy. La pieza es excelente y los problemas que refleja son los mismos esencialmente, lo que duele, lo que falta, las frustraciones, la necesidad de desarrollarse y no poder lograrlo...

P.E.- Somos seres de angustia, cambian los modos en que se manifiestan pero los temas son los mismos… a propósito de estos temas, quería referirme a la puesta de Rose y al maravilloso trabajo de Beatriz Spelzini.

A.A.- Ella es genial, está estupenda. Es una de las actrices con la que más he trabajado a través de los años. La conocí cuando era director del Conservatorio y ella estaba estudiando allí.

P.E.- Está sola, transita todas las emociones y si bien el texto repone muchos elementos todo eso está en el cuerpo de Spelzini.

A.A.- Es un trabajo comparable al de Julio (Chávez) en “Yo soy mi propia mujer” que fue extraordinario o el de Daniel (Fanego) en "Vuelo a Capistrano"… todos muy buenos trabajos actorales.

P.E.- Claro, decimos Chavez, Spelzini, Fanego son palabras mayores. Sin duda hay excelentes actores aunque a veces no todos son valorados.

A.A.- No lo suficiente. El secreto está en saber decir no. Por ejemplo, Julio es un actor que sabe decir no. Elige muy bien lo que quiere hacer. Y cuando dice que sí, es porque le interesa en particular por algo y ahí pone el cuerpo. Es el caso de esta obra que se la ofrecieron a él y luego me llamó a mí para hacerla.

P.E.- ¿Usted como elige?

A.A.- Soy de elegir bien también. Para empezar nunca me imponen actores. En el caso de Julio vino y me dijo ¿querés hacer esto conmigo? y leí la obra y le dije: encantado. Cuando hice con Soriano la obra Contrapunto de Peter Shaffer, él me trajo la obra y me dijo que quería trabajar conmigo. La leí y acepté y cuando se me preguntó sobre el otro personaje elegí a Leo Sbaraglia que era el ideal. Con Norma Aleandro en Master Class fue igual, le dije que era una obra para ella. El año próximo la vamos a repetir.

P.E.- ¡Qué buena noticia!

A.A.- Yo voy a elegir a los cantantes junto a una profesora de canto que me ayudará evaluando la parte vocal.

P.E.- ¿Y el proyecto de Rose cómo nació? ¿Hay que tener coraje para hacer Rose no?

A.A.- me lo trajo un ex alumno mío que había comprado los derechos de la obra y que le había encantado. Al principio la iba a dirigir Norma Aleandro y había una actriz para el papel que se echó atrás. Luego el proyecto retorna a mí y pensé que nadie mejor que Beatriz Spelzini para el protagónico.

P.E.- ¿Porqué hay tanto teatro en Buenos Aires?

A.A.- Siempre hubo mucho teatro. En los años 50’ había 50 salas grandes y 30 y tantos teatros independientes, trabajaban de martes  a domingo, viernes y sábados dos funciones y los domingos tres, matinée, vermouth y noche y se llenaban los teatros grandes. Las salas chicas trabajaban jueves, viernes, sábado y domingo y se llenaban también. Toda la década del 40’ fue así y los 50’ ni hablar. No había descanso, se trabajaba de lunes a lunes, con teatros de doscientas y más butacas y se llenaban todos los días. Las temporadas eran de un año no de dos meses.

P.E.- Ir al teatro era un rito…

A.A.- Que se ha perdido como era entonces…

P.E.- La oferta es mucho mayor en cuanto a cantidad de espectáculos pero los hacen una vez por semana de modo que tal vez haya menos espectadores…

A.A.- Había menos espectáculos y mucha más cantidad de espectadores. Ahora hay muchos pero lo hacen una sola vez por semana, a veces con 50 o 60 espectadores. Nosotros en La Máscara teníamos nuestro grupo y actuábamos en el Colonial que tenía doscientas localidades y la obra se mantenía un año entero a sala llena de jueves a domingo. Ya desde el 30’ cuando comienza el teatro independiente se llenaban las salas. Los actores tenían el famoso “suplicado” (por te suplico que vengas a ensayar, sino ibas te echaban) de modo que  después de la última función se quedaban a ensayar el próximo espectáculo. No había descanso. Salían a cualquier hora del teatro.

P.E.- Era una vida para el teatro…

A.A.- Sí, ahí se vivía. Después apareció la TV en los 50’ y en los 60’ se afirmó y cobró importancia. Ahora ni hablar, se quedan mirando TV. Como habrán cambiado las cosas que antes en la calle Corrientes los actores o las Compañías como Muiño y Alippi y tantos otros, además hacían cine y cuando comenzó la televisión, los primeros contratados fueron los actores de teatro, en los 60’ cuando comenzó la costumbre de hacer teatro en Mar del Plata iban los galanes de televisión a hacer teatro pero ese teatro no llegaba a la capital. Las compañías que se mantenían en Buenos Aires eran de teatro, no de televisión. Ahora muchos de los actores que se contratan, hasta en el Teatro San Martín son actores de televisión. Ha cambiado todo.

P.E.- Eso se advierte en la escena, a veces se nota mucho la falta de trabajo en el escenario.

A.A.- El trabajo es uno solo y se aprende sobre el escenario. Esta es la prueba luego se puede llegar a hacer cine o televisión. El escenario es la prueba, ahí está el cuerpo, la voz, el espacio...  


Teatro El Duende
Aráoz 1469 (mapa)  Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4831-1538

Nuestro Fin de Semana
Funciones: 

Domingos - 19:00 hs. 
Viernes y Sábados - 21:00 hs. - Hasta el 29/10/2011

Ficha Artística / Técnica:

Autoría: Roberto Tito Cossa
Actúan: Maria Ahuad, Claudia Cuis, Emiliano Delucchi, Julián Echezarreta, Alejandro Fain, María Marta Giménez, Alicia Godoy, Nicolás Mizrahi, Silvana Angela Sabetta, Pablo Zani
Músicos: Lorena Ventemiglia
Vestuario y Escenografía: Marta Albertinazzi
Diseño de luces: Lizardo Laphitz
Diseño gráfico: Silvana Angela Sabetta
Asistencia de dirección: Natalia Laphitz
Dirección: Lizardo Laphitz

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.