Incluye las obras:
Monos con navaja - Camellos - Sólo le falta hablar - Suicidador - Mísero bufo -Sara (mi vecina del segundo cé)
Prólogo de Eduardo Rovner:
El teatro de arte tiene una tradición de rebeldía frente a lo instituido. La palabra en acción y la transformación de sus personajes a partir de un conflicto, hacen del teatro, más que a otras artes, una expresión crítica. Robert Brustein, en “De Ibsen a Genet: La Rebelión en el Teatro” dice, hablando de los dramaturgos modernos: “reivindicando los derechos del individuo contra las pretensiones del Estado, la moral, las convenciones y las normas vigentes, el dramaturgo adopta la postura de un rebelde, sublevándose contra las prohibiciones, resuelto a romper las barreras que lo coartan”.
Diría, complementando esto último, que podríamos remitirnos mucho más atrás ¿O Antígona y Hamlet, entre muchos otros, no son, también, héroes rebeldes?
Y como dijo Bernard Shaw, acerca de “La muerte de un viajante”, de Arthur Miller, obra que se ha transformado en un paradigma de los dramas de contenido social, es: “un incitador de la conciencia, un esclarecedor de la conducta social, una armadura contra la desesperación y la oscuridad...”
Luis Sáez es un autor teatral perteneciente a la generación posterior a grandes dramaturgos como Roberto Tito Cossa, Ricardo Monti, Griselda Gambaro, entre otros, que no escapa, felizmente, a estos principios de rebeldía frente a lo instituído. Y como sucede muchas veces, quienes continúan épocas que marcan caminos, hacen, por un lado, síntesis de los estilos de aquellos y, por otra parte, buscan nuevas formas de contar sus propias historias. Es así que Luis Sáez crea mundos reconocibles que, a través de situaciones con mucho humor, casi inmediatamente, se tornan riesgosos hasta terminar, en muchos casos, trágicamente.
Si una de las funciones esenciales del arte es el estímulo de la sensibilidad para identificarse con aquellos que sienten dolor y sufren, y de la incitación a la imaginación para, justamente, imaginarse mundos donde ese sufrimiento desaparezca, el teatro de Luis plasma de manera efectiva ambos estímulos. Nos genera un acercamiento sensible a sus personajes e imagina, a veces a partir del desarrollo de lo opuesto, como es característico en el teatro del absurdo, un mundo donde ese dolor se atenúe o mostrándonos a qué límites trágicos podemos llegar si no corregimos las circustancias que hacen peligrosa nuestra existencia.
Más info sobre el autor: blog de Luis Saez