Antigona



Un ejercicio moderno del debate sin fin sobre autoridad, género, honor y muerte.

Por Teresa Gatto

                                                     Murieron. Y los responsables de estas muertes son los vivos.

Antígona-Sófocles

 

Entre el deber y el poder, Antígona, heroína de la tragedia de Sófocles se debate entre lo que es Ley y lo que su corazón y sangre le dictan. Sus hermanos han perecido el uno contra el otro en la lucha  por el trono de Tebas. La muerte ha ganado la partida y como en toda tragedia que se precie, cobrará más vidas aún porque el poder no conoce límites y si de mujeres que lo enfrentan se trata, éstos son inexistentes.

La disyunta es clara, enterrar o no al hermano que ha sido declarado impío y traidor. El resto es conocido. Antígona desafía la autoridad de su tío y futuro suegro y conoce el fin, de mismo que su prometido y primo Hemón y la madre de éste, Eurídice. Creonte el nuevo rey de Tebas tras la desaparición de Edipo, abjura de la sangre y los parentescos, nada aprendió de la tragedia que se llevara la vida de su hermana Yocasta, ni de los ojos de su cuñado Edipo arrancados cuando por fin la verdad se hizo presente. Pero tampoco nada asimiló sobre el valor del oráculo, que sin valor de horóscopo sólo sirve al gran interpretador, al gran lector.

En estos paradigmas textuales se juega la puesta de Fernando Cipolla, y lo novedoso luego de que Antígona se reponga una y mil veces siempre con renovadas expectativas, es el dispositivo escénico y cierto modo de ambientar, en una suerte de apocalipsis, a los personajes que como aquellos sujetos sin luz ni rumbo de Mad Max, se debaten entre la locura, la muerte y el poder. Acaso el poder desmesurado sea sinónimo de locura y muerte…

Dos espacios para dos instancias de representación enmarcan a los personajes. En el primero el público es introducido al camino repleto de cadáveres que la historia de Antígona trae como origen. Allí quedará planteada la disyuntiva de si es temeridad o justicia que ambos hermanos sean enterrados con los mismos honores, el que defendió a Creonte y el que se creyó heredero del trono de Tebas. Pero como el camino de la desdicha es arduo, el público será guiado hasta otro escenario en el que Antígona, que aquí no tiene traducción dramática en una actriz, sino en una muñeca que es llevada y entronizada en el centro de escenario, jugará el papel central sólo con las palabras de los otros. Los que opinan, el Corifeo, su hermana Ismene enloquecida por el dolor y el propio Creonte.

El juego de intercambio de roles se produce de modo efectivo mostrando que salvo el poder encarnado por el nuevo rey de Tebas, el que da las órdenes, el otro, el que es desafiado por una mujer, no está sujeto a intercambios.

Entre las logradas escenas se destaca aquella en la que la pobre Ismene carga con los trozos de los cuerpos (simbolizados en muñecos) que re presentan sus historia, la de su madre muerta, su padre mutilado, sus hermanos asesinados uno en manos del otro y su hermana lapidada. Ya no hay porvenir, la muerte es aquí el único desenlace para una casta que se acercó sin pausa a una consumación del destino más atroz. Tarde para adivinanzas, tarde para oráculos y tarde también, para recapacitar. La ley (más arbitraria) que se pensó como mecanismo de dominación se cobra la vida y deja la misma enseñanza siempre: la dignidad de la muerte ex culpa a quien la burla y destruye tarde o temprano a quien la instaura con tiranía.

El diseño de iluminación también aporta una cuota de dramaticidad toda vez que los actores iluminan sus propios rostros con linternas y de este modo puntualizan los semblantes del espanto ante tanta muerte.

Buen ejercicio para repasar los orígenes de la tragedia y para revisar de nuevo, qué cuestiones de género, de autoridad y de soberbia, llevan a los sujetos a un final mucho menos honroso que la pérdida de la autoridad.

 

Ficha Artístico/Técnica

Adaptación: Fernando Cipolla

Intérpretes: Carlos Bocca, Valeria Carregal, Noelia Culshaw, Milagros Gallo, Pilar Juaristi, Mario Rabelli, Emiliana Tribolo

Diseño de escenografía: Lucía Baez

Realización escenográfica: Pablo Ciampagna

Asistencia de dirección: Soledad Fernandez Velasco

Prensa: Mariano Casas Di Nardo

Dirección: Fernando Cipolla

 

La Ratonera Cultural: Av. Corrientes 5552, Ciudad de Buenos Aires

Teléfonos: 4857-2193

Web: http://www.laratonera.com.ar

Los domingos a las 19:45 hs - Hasta el 28/11/2010

Entrada: $ 25,00 y $ 20,00 -  Reservar localidades

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.