Vientos que zumban entre ladrillos

 

Una vida de Ionesco o de cómo Ionesco es su propio personaje

Por Teresa Gatto   

          ¿Quién serás esta noche en el oscuro

                                                                sueño, del otro lado de su muro?

                                                                                                               J.L. Borges 

Vientos que zumban entre ladrillos formó parte de “Poéticas de iniciación”, texto que tuvo al investigador Jorge Dubatti como compilador y que a cargo de ediciones Atuel, vio la luz en 2006. El libro también tuvo una mención en los premios Teatro del Mundo, ed. 2006.

Vientos…escrita y dirigida por Diego Faturos indaga a Ionesco desde Ionesco quien como un personaje y, desencantado de la trivialidad del mundo, se recluye en su casa con su hija y un seguidor/discípulo/admirador que le servirá de interlocutor ya que su hija ha enmudecido y sólo toca suavemente una flauta cada tanto.

Una cama en la que dormir y soñar (única posibilidad de huida) y un piso inundado construyen junto al silencio de su hija el escenario perfecto para que Ionesco, el personaje, represente aquel motivo constante de su obra: la imposibilidad de comunicación, un mundo en el que es quimérico predecir nada y al “otro” como igual y ajeno a la vez, intruso en su propia casa. Incluso la ausencia de puertas del diseño de escenografía postula un atoramiento y opera de manera redundante, sólo pueden filtrarse visiones, sonidos que durante toda la obra serán motivo de desacomodamiento ya que no hay correlación verbal, se enuncia en presente y pasado a la vez pero no como una agramaticalidad  sino más bien como una operación de extrañamiento que obliga al receptor a reponer el sentido (huidizo) de lo que ocurre, ocurrió o no ocurrirá jamás.

El sueño es otro tópico que se retoma de continuo, esa duda añeja que no permite decidir qué es ensueño o mejor, qué es aquello que soñado no se deja atrapar en indecidible duda, entre presente y pretérito que se mezclan y mixturan porque nada tiene sentido. Menos aún, nacer para morir luego. La vigilia puede ser un enemigo atroz.

Existe también una arista filosófica y a la vez irónica cuando las frases extraídas de los dichos de Ionesco, el dramaturgo, afloran para mostrar cuánto de absurdo tiene una existencia que se dirime entre la nada y la perpetuidad.

Pero salida de la primera fila de espectadores entrará ‘ella’, se filtrará como los vientos, ya que no hay puertas. ¿Viene del pasado? ¿Quién era ella y que quería? Se pregunta Ionesco, el personaje. Presente y pasado se mezclan, ya que ella se presenta como visitadora social, como una necesaria opción de control en medio del encierro y la inundación. El joven a quien se le dificulta respirar en esa atmosfera de clausura siente cierto alivio del presente, el dramaturgo repite que no la necesitaban, atrapado en el pasado, o tal vez todo transcurra sin duda en el pasado, porque el ruido de las bombas no cesa aunque afuera hay festejos. Algo del orden de lo irreversible flota en el aire de ese cuarto inundado en el que sólo la cama aparece como una balsa que apenas los libra del naufragio.

Nuevas preguntas aparecen pero al revés. La visitadora social es indagada por el escritor y una constelación de frases sobre el fracaso de todas las revoluciones y sobre maravillosas palabras escritas por otros va consumando la historia en la que uno de los dramaturgos más influyentes del siglo pasado se construye y construye una posibilidad de ver al mundo en su inagotable desbaratamiento.

Hay posibilidades de acercarse, de arrullarse ¿pero se puede aún creer en algún tipo de apego? Ella existe o es un sueño y si es un sueño, si todo lo es,  mejor regresar a la cama, cobijarse los tres, y tratar de dormir porque ese terso u atroz mundo onírico, tal vez, sea la única posibilidad de dejar, por un instante, de ser seres de la angustia.

Impecable puesta de Diego Faturos que tiene en Francisco Lumerman un pilar que ampara y permite el desarrollo del resto del elenco. Optimo diseño espacial y lumínico. Timbre 4, ofrece muchas posibilidades y todas en un oasis de producción independiente, merecen la atenta mirada del espectador y del analista teatral, aunque sea para verificar cómo es posible  la coherencia de un espacio de investigación, formación y representación.

 

Ficha Artístico/Técnica

Dramaturgia y dirección: Diego Faturos

Actúan: Manuela Amosa, Francisco Lumerman, Lisandro Penelas, Ana Scannapieco

Escenografía: Sofía Rapallini, Mariana Samman

Iluminación: Ricardo Sica

Asistencia de dirección: María Latzina

Prensa: María Sureda

 

TIMBRE 4

Av. Boedo 640 timbre 4 / México 3554

Capital Federal - Buenos Aires - Argentina

Teléfonos: 4932-4395

Web: http://www.timbre4.com

Entrada: $ 30,00 y $ 20,00 - Domingo - 17:00 hs - Hasta el 19/12/2010

- Reservar localidades

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.