Los Invertebrables

 

Aquel día algo cambió. Dejaron de ser tres hombres afectados y perseguidos por las combinaciones escurridizas del dolor.

“Nada es tan divertido como la desgracia.”

Samuel Beckett 

 

Una leve variación se ramificaría en irreversibles mutaciones acaparando cada variante de la deformación rutinaria hacia la transfiguración; la razón última de lo humano. En su solitaria desesperación deciden arrojarse al abismo de lo posible. Recrear en atávica y arcaica manipulación la fórmula elemental de lo que alguna vez fue la vida: completarse con la mujer que falta. Y en esta historia tan extravagante como posible las mujeres son, una vez más, lo más preciado. 

Oliverio Coelho arroja su novela Los Invertebrables en una botella que es recogida por el T.I.T (Taller de Investigaciones Teatrales) para devolverla al mar de la teatralidad.

A fin de cuentas es en el teatro donde se desdobla la certeza en sucesivas introspecciones hasta ser reducida al absurdo: el grado más respetuoso de la lengua. 

Actúan: Gustavo Durán, Guillermo Hönig, Sergio Ponce, Maximiliano Paz y Grace Clulow

Dirección: bajo la dirección de Ana Cinkö y Raúl Zolezzi.

El T.I.T. pone en escena la novela Los Invertebrables de Oliverio Coelho en un espacio que ha sido especialmente intervenido para esta pieza teatral.

Voz en off: Guillermo Piro

Eescenografía: Bea Blackhall

Vestuario: Anna Doktoriková

Luces: Claudio Beiza 

Sonido: ZZZ  (con fragmentos de: K. H. Stockhausen, J. Hendrix, PIL, G. Scelci, The Residents y  F. Zappa) 

Las funciones se realizaran a las 21 hs. (puntual) los días: sábados 2, 9, 16, 23 y 30 de octubre; viernes  6, 13, 20, 27 y sábados 7, 14, 21, 28 de noviembre en CHILAVERT RECUPERA. OFICINA DE CULTURA. La dirección es: Chilavert 1136 –CABA- (mapa)

Reservas por teléfono al 4942-3209 o por e-mail al siteatral@hotmail.com

O a través de nuestro blog: www.losinvertebrables.blogspot.com

Bono contribución: $35 (Estudiantes y Jubilados: $25) 


“Rucci- Tosco, EL DEBATE”, versión y dirección de Manuel González Gil. Por Teresa Gatto